domingo, 24 de junio de 2012

Reír para no llorar

El ejercicio de este mes se llamó Juntos pero no revueltos y los personajes que me tocaron fueron: Un humorista y un vendedor de lotería. Así que la consigna de junio me pareció titánica, a ver qué tal salió. ¡Gracias a todos los que se toman el tiempo de leer mis escritos!


REÍR PARA NO LLORAR

Hacía mucho tiempo que en México los vendedores de la lotería nacional habían dejado de salir a las calles; ya no vendían sus afamados “cachitos” o billetes a un costado de los voceadores de periódico, porque la tradición estaba por morir. Y justo en esa agonía, la única esperanza que tenía Salvador la constituía el hecho de conservar la dignidad, de hacerse de un pequeño local (a tres paredes y media de aluminio) e intentar colaborar en la transformación de la presencia de sus congéneres hacia la imagen de un oficio fijo y con su respectiva complejidad. Aunque conseguir dicho objetivo no era nada fácil.
A veces Salvador creía que el lugar que tenía que ocupar en el mundo no era más que el de un conformista que había quedado al margen de la sociedad, por no rendirse y ser relegado a un basurero humano. Y día a día Salvador llevaba un poco de dinero a casa y un tedio impresionante, pues los billetes se vendían muy de vez en cuando y en cantidades limitadas. Sí, era cierto que le alcanzaba para pagar la mensualidad de su local y comprar algunos alimentos para el sustento de su familia, pero nada más.
Inesperadamente, Javier, un hombre desgarbado de treinta y cinco años, se presentó ante Salvador, diciendo que era comediante callejero y que si le permitía hacer sus rutinas a un costado del local, ambos podrían permanecer seguros de la delincuencia y con probabilidad acrecentar la venta de las series de lotería; y después de contemplarlo un rato, Salvador aceptó, principalmente porque parecía un negocio redondito: por fin tendría compañía y entretenimiento. Mas lo que obtuvo fue completamente diferente.
La callejuela junto a la que se encontraba el local de Salvador se fue llenando poco a poco de gente, pues el espectáculo organizado por Javi-Javier, su “nombre artístico”, divertía a todos por igual: los vecinos (que al principio se mostraron molestos por la obstrucción del paso) estaban encantados, reían y reían de las ocurrencias del gran Javi-Javier; los amigos de los vecinos eran convocados por éstos últimos en recomendación de los excelentes chistes de su show; y los despistados que daban con la callejuela se quedaban con la intención de disipar la curiosidad que les provocaba aquella congregación tan entretenida.
Pero muy cerca de allí, si alguien hubiera podido salir del hechizo bajo el que se encontraban con Javi-Javier, también hubiera podido notar a un hombre huraño, que tras el éxito del “arrimado”, se había sumido en la más grande de las miserias. Salvador no vendía absolutamente nada desde la llegada de Javier, o al menos no desde su puesto; de modo que tenía que salir a la calle, a la entrada de la callejuela o al semáforo de las avenidas más concurridas. Y no es que le estuviera yendo mal con los ingresos, pero ahora se veía obligado a desplazarse distancias a las que no estaba acostumbrado, a abandonar lo que con esfuerzo había construido y a ser testigo, cada que no tenía otra opción, de cómo prosperaba “el gran Javi-Javier”. En consecuencia, Salvador pensó que si todo era perfecto para Javier, éste no se negaría a cambiar de sitio para ejercer su humorismo, pues aun así le iría bien. Por lo que se decidió a seguirlo a su casa, pues hasta ese momento comprendió que no sabía mucho de él, y mucho menos dónde encontrarlo fuera del lugar de trabajo para pedirle su retirada de la mejor manera posible.
Javi-Javier estaba con la rutina de cierre cuando Salvador se acercó a la callejuela; al finalizar el acto todo el mundo aplaudió, le llenó los botes del suelo con monedas, se retiraron y de deshicieron en felicitaciones. Pero Salvador se mantuvo entre las sombras y cuando Javier recogió sus cosas y se fue del sitio, se dispuso a seguirlo.
El gran Javi-Javier caminó dos cuadras a la derecha del puesto de lotería, tomó un atajo que Salvador desconocía y siguió caminando por una suave vereda. Pronto llegaron a una concurrida avenida, Javier unos metros delante de Salvador y Salvador siempre con cautela para no ser descubierto. Pasaron alrededor de cuarenta minutos y Javier no dejaba de caminar, así cuando salvador estaba por rendirse, Javier se detuvo abruptamente junto a una coladera, en que la pared perpendicular tenía un enorme boquete. Javier se acomodó allí dentro y Salvador se sintió descolocado. ¿Cómo era posible que, con tantas monedas, el gran Javi-Javier durmiera allí? En lugar de ir a preguntarle sus razones, Salvador decidió sentarse en la banqueta. No pasó ni un cuarto de hora cuando Javier explotó en llanto, Salvador no entendía la acción, y sin embargo podía darse cuenta de la amarga pena que aquél comediante llevaba a cuestas.
Y sucedió lo mismo por un periodo de siete días, en que Salvador seguía a Javier y en que era participe de su pena y además se deleitaba con ella: después de todo, el gran Javi-Javier no disfrutaba del éxito en la callejuela y sufría cada vez más con sus recuerdos y en solitario. Pero siguieron tres tardes en que Salvador ya no lo siguió, pues se sintió la peor persona del mundo al regodearse de la infelicidad de su compañero.
La tarde siguiente Salvador volvió a pasar por la calle aquella y después de disfrutar del asombroso encanto de Javi-Javier, lo esperó, pero esta vez no para seguirlo, sino para conversar con él.
─¿Qué tal Javier? ─preguntó Salvador con nerviosismo.
─Todo normal ─se limitó a responder él.
─¿Sabes que he estado siguiéndote? ─tanteó Salvador.
─Sí, amigo mío. Pero no te preocupes, no preguntaré tus intenciones ─contestó Javier para sorpresa de Salvador.
─Sencillamente quería conocerte más, para pedirte amablemente que te alejaras de este lugar ─Salvador no dejó de mirar el rostro de Javier para ver su reacción y al no haber respuesta alguna prosiguió─, pero lo único que conseguí fueron más preguntas. Así que me gustaría saber… ¿por qué si te dedicas a hacer reír a los demás eres tan desdichado?
─Ay Salvador, porque es necesario, ya sabes, para mantener el equilibrio ─consintió Javier con naturalidad.
─No lo entiendo, ¿a qué te refieres? ─añadió Salvador.
─A que necesitas ser un tanto infeliz e incluso pobre, si es que quieres que algún día los demás sean todo lo contrario ─reforzó Javier.
─De verdad que no lo entiendo ─el rostro de Salvador reflejaba su confusión.
─Mira, es muy parecido a lo que tú haces, y es por ello que me acerqué a ti─ apuntó Javier─. Tú no eres rico y sin embargo te dedicas a que alguien más descubra su suerte con el dinero. ¡Eso mismo hago yo! ─le sonrió Javier─, pero poniendo en juego las emociones─ concluyó.
─¿Sabes qué? ─preguntó de pronto Salvador─. Creo que tenemos que trabajar.
          Y de ese modo, se dispuso a ayudar a recoger los materiales del último número del gran Javi-Javier que, con un gesto adusto, saboreó la idea de que no volvería a estar solo, así nada más, frente a todo el mundo, haciendo circo, maroma y teatro para intentar avanzar.

15 comentarios:

  1. Qué lindo relato, Athena!! mis felicitaciones! y con una moraleja preciosa incluida.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Hola, Athena ^^
    Te tocó una pareja curiosa y creo que la has llevado muy bien, además de dejarnos un relato con moraleja no explícita (que son los mejores, porque si te la dan masticadita no tiene gracia). Me ha gustado leerte :)

    ResponderEliminar
  3. Hola, Athena!!

    Vaya pareja te tocó!! Pero, como ya te dijeron, lograste un buen relato con ellos, bastante inesperado, además.

    Te dejo algunas cositas que, creo, requieren revisión:

    El "más" que usas acá debe ir sin tilde, pues equivale a "pero": "Más lo que obtuvo fue completamente diferente".
    Se te trasvistió gente acá :-P "las amigos".
    No entendí esto "a visualizar cada que no tenía otra opción".
    "seguía Javier" Seguía a Javier.
    "Si amigo mío", después de "sí" va coma.
    Creo que la última frase debe ir en punto y aparte.

    Después de todo esto sólo resta decir que me pareció muy bueno el relato.

    Besos!!

    ResponderEliminar
  4. ¡Hola!, que lindo relato, te tocó una pareja original y has llevado bien el relato :) te felicito, ojala su amistad sea duradera <3

    ResponderEliminar
  5. ¡Qué bonito! Me ha resultado el final aparte de muy conmovedor una moraleja importante. La verdad es que te da qué pensar en lo que hay detrás de un artista o de un oficio...
    ¡Me ha gustado mucho!
    ¡Un besazo!

    ResponderEliminar
  6. Reconozco que al principio me costó un poco seguir el hilo, ya que a estas horas aún tengo la cabeza un poco embotada y el nivel no es bajo. Sin embargo, poco a poco me fui adentrando en la historia sin darme cuenta, y la verdad es que me ha gustado mucho, sobre todo la curiosa teoría de los sentimientos. Eso sí, qué mal me ha caído Salvador.

    ResponderEliminar
  7. Athena es un relato triste , pero veridico como la vida misma.La historia me ha encantado, solo comentarte unas cosillas. Aquí se te escapo una letra por otra, XD:
    se retiraron y de deshicieron en felicitaciones.(sería y se deshicieron)
    Yo soy Española y posiblemente si tu no lo eres sea por la forma distinta en el lenguaje que he encontrado que repites mucho"en que" por ejemplo aquí:
    Javier se detuvo abruptamente junto a una coladera, en que la pared perpendicular tenía un enorme boquete.(yo pondría en cuya pared)

    Son solo puntuaciones desde mi punto de vista, pero igual te vuelvo a repetir es por el dialecto que es distinto según la zona. Tu historia me ha gustado y tu forma de narrarla es perfecta...Besisss nos leemos.

    ResponderEliminar
  8. Athena: Hay un poema que se llama : "Reír llorando", de Juan de Dios Pesa.
    En mis tiempos de la primaria (¡uy, ya llovió!) era casi obligado declamar esta poesía:Habla de un cómico muy famoso que hacía reír a todo el mundo, pero que le declaraba a su médico que nada le atraía, ni le importaba y que buscaba mucho a la muerte.
    Tu relato me hizo recordar este poema y al difícil situación de muchos de los paisanos, que viven de la venta informal, para "irla medio pasando".
    Muy humano y sensible tu escrito: Doña Ku

    ResponderEliminar
  9. Mola, Athena. Me ha sorprendido gratamente el tratamiento que le has dado a los personajes.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  10. Muy interesante el relato, no me esperaba para nada lo que sucedió. Un giro realista y humano. Me gustó mucho.
    Saludos :)

    ResponderEliminar
  11. Hola, que interesante tu relato, con algo de intriga al inicio y una explicación inesperada al final. Un cierre triste, pero realista. Felicidades.

    ResponderEliminar
  12. *-* ¡Que precioso te quedo el relato, Athena! Yo me quede como Salvador, no entendía los motivos de Javi, hasta que lo explicó todo *-*

    ResponderEliminar
  13. Hola;

    Me gustó el relato. Siempre que veo un payaso en un bus pienso varias cosas: ¿Será un "huevón" que no quiere trabajar? o ¿Algún desempleado desesperado? Pero lo que más admiro en ellos es la capacidad de dar alegría a pesar de sus propias calamidades.

    Un saludo amiga.

    ResponderEliminar
  14. simplemente engancha. No pude despegar los ojos de la pantalla en todo momento, curiosa por qué Javi-Javier lloraba cada día; pendiente de que Salvador no hiciese ninguna tontería, y contenta finalmente de que dos almas desdichadas, mantenedoras del equilibrio, se hayan encontrado y quieran continuar juntos ésta lucha contra la pobreza.

    ¿Sabes? Tengo un personaje femenino que tiene similitud con Javi-Javier, no es cómica, pero también oculta sus penas en chistes como armadura emocional. Cada vez que escribo con ese personaje me da tanto ganas de reír como de llorar por todo lo que hay debajo.

    Una gran profundidad les has dado a tus personajes a pesar de tener que ser tan corto el relato ;) enhorabuena

    ResponderEliminar
  15. ¡Hola!

    Es la primera vez que me paso acá a comentar. ^_^ Bueno, tengo las mismas observaciones que Maga, así que no te haré perder el tiempo leyendo eso. ^_^

    A mí no me gustan los comendiantes. T_T Pero tu relato me pareció muy lindo. Sin duda hay personas que se entregan así a la comedia, o cualquiera que sea su trabajo; con ideas realmente profundas respecto al impacto que tiene sobre otras personas. No esperaba que el vendedor de "cachitos" fuera a simpatizar con Javi-Javier, aunque fue bueno leer un final así (no le puedo llamar feliz porque Salvador siguió carente económicamente y Javier un tanto desdichado —asumo—).

    ResponderEliminar

Related Posts with Thumbnails