((Esta reflexión nos la envia nuestro amigo Antonio Bermea, su capacidad de transmitir un mensaje, creo que con este escrito, queda más que clara. El nos hace una invitación sobre el comportamiento humano, y a mí me hace preguntarme que tanto me importan los demás y de que manera. Espero que les guste y hagan sus respectivas críticas...))
...Una anciana muy sabia, quien bendijo mi existencia al compartir conmigo algo de su sabiduría, en cierta ocasión me regaló las siguientes palabras, las cuales, a la postre, cambiarían mi destino de forma importante.
En esta ocasión, quiero ser yo quien se las regale a Ustedes aún a sabiendas de que a la gran mayoría de quienes las lean les entrarán por una y les saldrán por otra, puesto que no han aprendido a “hacer” y, en su infinita cobardía, prefieren hablar y criticar lo que los demás tuvieron el coraje de llevar a cabo. Aquí las tienen...
Me dijo… -En el mundo, existen solamente tres tipos de personas: las que hablan de las cosas, las que critican lo que hacen los demás, y las que hacen posible todo aquello que nos rodea.- Al notar que no comprendí su sencillo mensaje, agregó lo siguiente… -Es muy sencillo:
Si tan sólo hablas de la vida, entonces te estarás perdiendo de la extraordinaria experiencia que es el vivir; si te decides por criticarla, entonces te estarás delatando a ti mismo sobre tus propias limitaciones, tus incompetencias y tus frustraciones.
Como podrás ver, tan sólo nos queda la tercera opción y es la que te recomiendo. La única forma que existe para alcanzar todo lo que te pueda hacer feliz, es mediante el hacer, es decir, mediante el vivir; sin embargo, este camino es el más difícil de los tres y, por lo mismo, encontrarás menos competencia al hacer las cosas que al hablar de ellas o al criticarlas.
La decisión es sólo tuya pero recuerda que, para hablar sobre la vida, tan sólo necesitarás de una boca muy grande; para criticarla, te bastará con animalizar tu cerebro a su máxima expresión y conectarlo al torrente de maldad que te ahogará inexorablemente por no haber tenido el valor de vivir y la resolución de hacer que la vida se manifieste a tu alrededor.
Para hacer las cosas, es decir, para hacer que valga la pena vivir, necesitarás cerrar tus oídos a las habladurías de quienes se sentaron a la vera del camino para contemplarte mientras pasas frente a ellos construyendo tu dicha. Además, deberás guardar tu corazón del veneno de aquellos otros, quienes en su infinita miseria y pobreza espiritual, pretenderán arrebatarte la fuerza para vivir, echándote a la cara tus errores.
...Una anciana muy sabia, quien bendijo mi existencia al compartir conmigo algo de su sabiduría, en cierta ocasión me regaló las siguientes palabras, las cuales, a la postre, cambiarían mi destino de forma importante.
En esta ocasión, quiero ser yo quien se las regale a Ustedes aún a sabiendas de que a la gran mayoría de quienes las lean les entrarán por una y les saldrán por otra, puesto que no han aprendido a “hacer” y, en su infinita cobardía, prefieren hablar y criticar lo que los demás tuvieron el coraje de llevar a cabo. Aquí las tienen...
Me dijo… -En el mundo, existen solamente tres tipos de personas: las que hablan de las cosas, las que critican lo que hacen los demás, y las que hacen posible todo aquello que nos rodea.- Al notar que no comprendí su sencillo mensaje, agregó lo siguiente… -Es muy sencillo:
Si tan sólo hablas de la vida, entonces te estarás perdiendo de la extraordinaria experiencia que es el vivir; si te decides por criticarla, entonces te estarás delatando a ti mismo sobre tus propias limitaciones, tus incompetencias y tus frustraciones.
Como podrás ver, tan sólo nos queda la tercera opción y es la que te recomiendo. La única forma que existe para alcanzar todo lo que te pueda hacer feliz, es mediante el hacer, es decir, mediante el vivir; sin embargo, este camino es el más difícil de los tres y, por lo mismo, encontrarás menos competencia al hacer las cosas que al hablar de ellas o al criticarlas.
La decisión es sólo tuya pero recuerda que, para hablar sobre la vida, tan sólo necesitarás de una boca muy grande; para criticarla, te bastará con animalizar tu cerebro a su máxima expresión y conectarlo al torrente de maldad que te ahogará inexorablemente por no haber tenido el valor de vivir y la resolución de hacer que la vida se manifieste a tu alrededor.
Para hacer las cosas, es decir, para hacer que valga la pena vivir, necesitarás cerrar tus oídos a las habladurías de quienes se sentaron a la vera del camino para contemplarte mientras pasas frente a ellos construyendo tu dicha. Además, deberás guardar tu corazón del veneno de aquellos otros, quienes en su infinita miseria y pobreza espiritual, pretenderán arrebatarte la fuerza para vivir, echándote a la cara tus errores.
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