lunes, 1 de noviembre de 2010

Relato: Roja oscuridad - Maga de Lioncourt.

2do lugar: "Roja oscuridad" de Maga de Liouncourt.

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Maga de Lioncourt
Escribiendo la noche
Letras oscuras


La primera vez que la vi, pensé que era un truco de luz.

Era tarde, llevaba horas intentando sacar algo en limpio del extenso documento del que debía presentar una crítica al día siguiente. Recuerdo haberme quitado los lentes para masajear mis cansados ojos y al abrirlos… una sombra se deslizó por la pared opuesta.

No le presté atención. Mi mente estaba saturada y las puertas y ventanas estaban cerradas hace mucho. Incluso había activado la alarma. Así que la idea de que alguien pudiera estar cerca de la casa ni siquiera se me ocurrió.
Quizás mi pasividad fue tomada por un gesto de confianza.

La noche siguiente salía del baño envuelta en una gran toalla, deseando acabar pronto con el secado del cabello, cuando escuché a mi gato, Neko, bufar en el pasillo.

Fui hacia él buscando tranquilizarlo. Llevaba un par de noches bastante agitado y lo achaqué al mal tiempo que se avecinaba desde el sur.

Neko estaba ante la puerta del baño, de cara al angosto pasillo. Su espalda estaba curvada al máximo y tenía el pelaje en punta. La cola era el doble de gruesa y apuntaba al techo. Bufaba y enseñaba los dientes hacia la oscuridad de mi habitación.

Me agaché ante él, hablándole con voz arrulladora.

─Ya, ya está, mi gatito. Mi Neko, que no es nada, ¿no ves?
Pero él dejaba oír una voz profunda nacida muy en su interior, y sus dientecitos afilados seguían expuestos.

Olvidada de todos los consejos que he leído y me han dado cuando un gato está molesto, extendí una mano, queriendo brindarle consuelo. Pero, veloz y ágil como sólo ellos pueden ser, el gato giró hacia mí hundiendo sus garras profundamente en mi piel.

Solté una exclamación, más de sorpresa que de dolor, y me quedé viendo la herida de la que comenzaba a manar sangre cada vez más espesa, mientras Neko salía despedido hacia la sala, quizás rumiando algún castigo por la agresión en su mente gatuna.

Me levanté de prisa cuando la sangre comenzó a gotear sobre el felpudo, y giraba para volver al baño, cuando una vez más la sombra se dejó ver.
Duró un momento, como un pestañeo y me convencí de lo imposible de la visión, diciéndome que era producto de mi imaginación. Seguro que al levantarme tan de prisa me había mareado un poco…

Sin embargo, una parte de mi mente permanecía atenta a la imagen de la sombra recortada en el vano de la puerta de mi habitación, y por mucho que dijera mi lado práctico esa noche me costó mucho conciliar el sueño.

...

Los días siguieron su curso con pasmosa normalidad. Después del trabajo volvía a casa trayendo algún regalito para Neko, mi pequeño gato temperamental. Iba y venía por la casa, me sentaba a leer en mi sofá preferido, preparaba una cena liviana y la comía frente al televisor a la hora de las noticias. En cada habitación que entraba las luces permanecían encendidas todo el tiempo, a su máxima potencia.

Neko estaba mimoso, apegado a mí más que de costumbre, siguiéndome de un lado a otro y durmiendo sobre mi pecho cada noche.

El paso de los días, la rutina, la manía de encontrarle lógica a las cosas, ayudaron a disipar cualquier inquietud, y hasta Neko volvió lentamente a sus quehaceres gatunos, abandonándome con más y más frecuencia para salir en sus correrías.

Una noche que hacía demasiado calor para poder dormir, decidí levantarme por un vaso de agua.

Neko, inquieto por la humedad que flotaba en el ozono, no tardó en encaramarse a la mesada de la cocina, exigiéndome silenciosamente que le abriera la ventana.

Todo pasó de prisa.

En un momento me encontraba observando al gato percibir los olores de la noche, y al siguiente su cola se perdía de vista, la ventana se cerraba con violencia sobresaltándome de tal modo que, por no apretarme los dedos, retiré la mano con tal fortuna que terminé reabriendo la herida anterior con una cuchilla olvidada fuera de su lugar.

El dolor fue muy intenso y la impresión fue tal que antes de ponerme a pensar en esa cadena de eventos desafortunados, corrí a sumergir la mano en el chorro de agua del fregadero. El agua y la sangre fluyeron por el desagüe. La herida no era profunda, pero no parecía disminuir la cantidad de sangre. Después de un rato cerré la canilla y me giré para tomar un repasador limpio con el que cubrir la herida, pero el movimiento propulsó el suelo hacia mí, sin que pudiera evitarlo…

No sé cuánto tiempo estuve inconsciente.

Cuando desperté, aún antes de abrir los ojos, todavía me sentía mareada. Estaba extendida en el piso cuan larga era, pero de un modo que me llevó a suponer que quizás había girado de nuevo al desmayarme. Debajo de mi mano herida había un charquito de sangre casi seca, pero del corte ya no fluía más. Estaba descalza, las pantuflas se veían a pocos metros de mí, apuntando en diferentes direcciones. Me senté de a poco bajándome la blusa del pijama que se había levantado hasta debajo de los senos.

No sentía dolor. Con dos dedos recorrí mi cabeza en busca de algún chichón, consecuencia de la caída, pero no había ninguno.
Seguía en el piso, inspeccionándome, aturdida aún, cuando escuché al gato bufando y arañando la ventana. Me sobresaltó el escándalo que armaba entre tanto silencio de plena madrugada.

Tomándome del borde de la mesada, me pude levantar sin volver a experimentar mareos o malestar. Me di vuelta para abrir la ventana y vi a Neko cada vez más enfurruñado arquear el lomo y soltar zarpazos contra el vidrio, mientras miraba amenazante hacia mi izquierda.

Su actitud me sorprendió tanto que me precipité a abrirle y en un visto y no visto Neko había saltado al interior gruñendo, con el pelo crispado. Bajó la mesada y al seguir la dirección de su mirada en principio no fui capaz de distinguir la amenaza en la oscuridad. Pero entonces Neko dio un salto al frente y, como una gota de lluvia deslizándose en el cristal de la ventana, percibí el movimiento de la sombra que huía hacia la sala.

El horror fue tan profundo que me quedé sin aire. Golpeándome la cadera contra el borde de la mesada me pegué a la pared, tanteando a ciegas en busca de un arma.
Neko había ido tras su presa, gruñendo y bufando con más intensidad.

El corazón se me había desbocado y la falta de aire estaba causándome un fuerte dolor en el pecho. Estaba paralizada, incapaz de hilvanar un pensamiento coherente, cuando escuché romperse algo en la sala y a Neko chillar de furia o dolor. Entonces dos palabras brillaron en mi mente: “Intruso” y “Policía”, y sin saber cómo me las ingenié para alcanzar el teléfono y discar al 911.
Entre timbre y timbre fue que me di cuenta que la casa estaba de nuevo en completo silencio.

La policía no encontró huellas alrededor de la casa, ni ninguna señal de que alguien hubiera irrumpido. Vinieron, lo revisaron todo, y me hicieron notar que estaba todo perfectamente cerrado. Incluso tuve que armarme de valor para salir a recibirlos cuando tocaron a la puerta.

Dijeron que quizá el calor, el desmayo, el estrés… Que Neko habría sentido mi nerviosismo y se habría alterado, llegando a actuar como lo hizo. La sala estaba cubierta de sangre, vidrios y porcelanas rotas, pero ni la más mínima señal de que alguien más hubiera estado allí.

Insistí, me mantuve en mis trece, y cuando me di cuenta que de nada servía, opté por guardar silencio.

Me preguntaron si había alguien que pudiera ir a pasar la noche conmigo y aguardaron hasta que mi hermana llegó, bastante más nerviosa que yo.

Cuidó de mí el resto de la noche, insistiendo para que tomara un té y una pastilla para dormir. Mientras estaba en la cama pude escucharla trajinar en la sala, limpiando todo y poniendo los muebles en su lugar. Fui cayendo en un sopor cada vez más intenso. Aunque la luz de la portátil bañaba la habitación, una sombra bailaba detrás de mis párpados…

Cuando desperté seguía todo oscuro.

La casa estaba sumida en el silencio, y ninguna luz traspasaba las cortinas más allá de mi habitación. Me sentía cansada, los miembros pesados, los párpados imposibles de terminar de abrir. Sentía como si hubiera estado comiendo algodón mientras dormía.
Con lentitud me levanté. Fui al baño, pero el agua en el rostro no terminó de espabilarme. Bebí mucha agua del grifo pero aún tenía mucha sed, así que decidí ir por más a la cocina.

Una vez allí, olvidando delicadezas, bebí casi medio litro directamente de la botella, cambié la que había en el recipiente de Neko y rellené su plato de comida. Dudé si comer algo, pero me apetecía más volver a dormir que cualquier otra cosa.
Volvía a mi habitación cuando escuché ruidos provenientes de la sala. Parecía que alguien estuviera arañando los vidrios y enseguida pensé en Neko, que estaría afuera y harto de llamarme para dejarlo entrar.

Caminé hacia allí, esquivando muebles y tanteando la pared más como apoyo que como guía. Me acerqué a la ventana, pero por más que hice no hubo forma de que pudiera abrirla, así que decidí encender la luz para poder ver cuál era el problema. Tanteé sobre la mesa junto al sofá, pero la hallé vacía, sin rastros de la lámpara. Algo confundida, me dispuse a desandar mis pasos hacia el interruptor de la luz de techo, cuando volví a escuchar el ruido y me di cuenta que no venía desde afuera.
El sonido nacía en la sala, chirridos y golpes. El sonido venía de la pared opuesta adonde me hallaba y se hacía más fuerte cada vez.

Cuando la primera figura salió de la pared y avanzó hacia mí, comencé a recordar.
Las sombras. La sangre. Los ruidos. La policía. Mi hermana… y mi pobre gato muerto entre los restos de la lámpara y portarretratos.

Las imágenes de la noche anterior acudieron en tropel a mi mente, eliminando con su fuerza los efectos sedantes de mi sistema. Y mientras la segunda sombra salía de la pared y también se paraba frente a mí, sentí una fría y viscosa presencia restregándose contra mi pierna, con familiar confianza.

Ni siquiera se me ocurrió gritar o huir al ver a una tercera e incluso una cuarta sombra terminando de cerrar un círculo a mi alrededor.
Sabía lo que ocurriría. De nada serviría luchar.

2 comentarios:

  1. Me encanto Maga, me mantuvo intrigada todo el tiempo pensando en que era lo que sucedía, me gusto mucho !!
    Te felicito !
    kisses ^ ^

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  2. Muchas gracias, Judith!

    Decirte qué son esas figuras no tiene sentido, Athena. No hay nada que se pueda hacer para cambiar lo que son ;-)

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