2do lugar - "Cada mañana"
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De antología.
Really sad life.
Como cada mañana, el viento frío golpea su rostro. Como cada mañana, él se arrebuja en su parka y se cala más el gorro, para no perder el calor. Como cada mañana, espera en esa esquina la llegada del bus, que ha de llevarlo a su trabajo.
Sin embargo, esta mañana algo es diferente, algo no es lo habitual.
Esta mañana se levantó demasiado temprano, pues no podía dormir. Mil vueltas en la
cama no le ayudaron en nada, y comenzaban ya a incomodar a su mujer que, despierta a
medias, rezongó algo ininteligible, y se cubrió la cabeza con las frazadas.
Se levantó, tanto para no molestarla, como para buscar algo que hacer…
La ducha acostumbrada, la afeitada y el arreglar el bolso, como cada mañana, no le tomó más tiempo que el habitual, y así es que allí está ahora, como cada mañana, en la misma esquina, esperando el mismo bus, con la sola diferencia de que hoy es mucho más temprano, y tendrá que esperar más… media hora más.
Es un domingo, y a esa hora, las cinco treinta de la madrugada, no se ve a nadie por la calle. Una calle de barrio por la que, en una hora más, como cada mañana, llegará en su busca un bus, para llevarlo a su trabajo.
El sonido de un motor lo hace voltearse, a tiempo de ver un auto, un taxi colectivo, llegar a la esquina. De él baja una muchacha, una joven, poco más que una quinceañera, que se acerca hacia él, camino de su casa.
Él la observa sin interés, con una mirada vacía, como si no hubiera advertido la turgencia de sus pechos jóvenes, y la sombra de sus tiernos pezones, bajo el apretado top de blanca lycra. La mira indiferente, pese a sus firmes y torneadas piernas, mal cubiertas por una minifalda. Sin embargo, tal vez su mirada no sea tan vacía, tan indiferente como pensaba, ya que la muchacha, al verlo, decide cruzar la calle, para poner distancia.
El viento, que vuelve tras unos minutos de calma, llegando por detrás levanta su falda, descubriendo la piel rosada y la redondez de sus nalgas, entra las que apenas se adivina un negro trozo de encaje. Sorprendida, avergonzada, baja sus manos para cubrirse, para sujetarla, sin dejar de avanzar hacia su casa.
Sin embargo, esos escasos segundos, esa fugaz visión, no han pasado inadvertidos, ni
han dejado de tener consecuencias: el rostro de él ha cambiado, refleja algo oscuro,
desconocido hasta entonces, que ha despertado en su interior, algo oscuro que impulsa a sus pies a seguirla -sin que él lo busque ni lo quiera- algo oscuro que impide a sus ojos desviarse del movimiento de su ahora aprisionada falda, y a sus oídos escuchar otra cosa que el rítmico sonido de sus tacos.
Más que verlo, lo siente ella acercarse, y apura el paso, camina más rápido pero –en el silencio de la noche- oye claramente que él hace lo mismo… Por primera vez, desde que sale sola a fiestas y vuelve tarde a casa, siente temor. Por primera vez, le parece escuchar los consejos de su madre, y recuerda entonces que le mintió al decirle que la vendrían a dejar a casa. No es la única vez que le ha mentido (¿quién querría traerla?), pero sí es primera vez que siente culpa, que se arrepiente…
La mente de él en cambio, en esos pocos segundos, va por muy distintos caminos:
calcula la distancia hasta ese sitio eriazo, a mitad de cuadra, donde un viejo árbol, y un auto abandonado, le parecen el mejor lugar para tumbarla, para desnudarla, poseerla y gozarla, para hacer suyo, completamente suyo, ese cuerpo joven, caliente, palpitante. No cabe en sus pensamientos lo que hará después de saciarse de ese apetito irracional, no piensa en ello, no piensa en nada.
Sus pasos se apresuran más, los de ella también. Vuelve sólo un instante la cabeza y lo ve allí, tan cerca, que siente su corazón inundarse de miedo, y –soltando su mini- echa a correr… Él la sigue, con fría determinación, sin pensar, sin sentir, con sólo ese turbio propósito grabado en el más oscuro rincón de su alma, alejado de todo lo que no sea ese cuerpo vibrante, que intenta escapar de él…
En ese momento, no le importa nada, no le importa que lo vea alguien, no le importa si lo atrapan, no le importan ni su esposa ni sus hijos, que duermen en casa. En su mente sólo una idea cabe: poseerla, tomarla, forzarla, hacer suya esa carne joven, y luego… nada… no hay nada después de eso, sólo un negro vacío…
Su carrera les ha llevado ya junto al árbol, como lo calculaba. Es el momento, la ocasión de hacerlo. Estira su mano, sujeta ese hombro desnudo, con fuerza, y se detiene bruscamente, deteniéndola también a ella, casi botándola, volviéndola hacia él. Puede ver entonces su rostro, desencajado por el miedo; puede sentir bajo su mano la húmeda piel, puede verla allí, pálida de terror; escucha brotar, de entre la mueca que forman sus labios, en un sollozo entrecortado, un ahogado “no…”
Y entonces, algo se quiebra, se rompe, en su interior… y la suelta… y sigue mirándola, pero ya sin verla… la oscuridad que hace unos momentos despertara, creciera y se desbordara, ha vuelto a dormirse, ha vuelto a perderse en las profundidades de su alma…
La muchacha, a pesar del miedo que la embarga, a pesar de que se sentía ya perdida,
advierte el cambio en su mirada, nota la diferencia, y sin pensarlo más, vuelve a correr… corre, esta vez sin sollozos ni lágrimas, corre, hasta perderse tras la esquina, corre, hasta su casa…
Él, sigue allí. Lo que ha vivido, no lo vivió. Lo ha olvidado todo. Su mirada va hacia atrás, hacia la parada del bus y, extrañado de no estar ahí, extrañado de ver su bolso allí botado, vuelve sobre sus pasos, lo recoge, y espera. Espera, como siempre, como cada mañana, que sea la hora de irse…
Nada ha cambiado. Todo es como cada mañana. La calle vacía, como cada mañana. El
bus que llega, y lo recoge, como cada mañana. Los mismos rostros, el mismo chofer,
como cada mañana…
Al doblar la esquina, después de un par de cuadras, escucha el eco lejano de una sirena, tras la ventana se adivina el reflejo de luces azules y rojas… pero ya el bus se aleja, como cada mañana… Su vida es sólo una rutina…
WOW !! que relato xD!! sumamente atrapante llegue hasta tener miedo por la muchacha, muy bueno en verdad !
ResponderEliminarkisses ^ ^
Que final inesperado!
ResponderEliminarMuy bueno, me gustó mucho.