lunes, 15 de marzo de 2010

Relatos: "Despedida en Amsterdam"...

((Doy comienzó a esta sección gracias a nuestra colaboradora Gasparín y sobre todo a los relatos que se manejan en Libro sin Tinta, estímularon mi nula creatividad. Debo reconocer que los relatos son un proceso doloroso para mí, pero refuerza la naturaleza de mis escritos siendo estos sinceros, espero que les guste y también espero sus críticas)).

...Era un día frío y lluvioso, los huesos me escocían del dolor, pero el solo hecho de pensar en ver a Alex mi cuerpo se reconfortaba, llevaba saliendo algunos meses con el.

Caminé tres cuadras más hacia el café donde habíamos quedado de vernos. ¿Qué sería tan importante como para llamarme en medio de la noche y pedirme una cita? Nunca hacía eso, a menos que fuera realmente importante, ya que cuando quería verme acudía a mi casa o viceversa.

Después de pasar sobre varios encharcamientos, finalmente llegué al café, me sacudí un poco las botas e ingresé al “Café Amsterdam” empuje la puerta y pronto me sentí invadida por su olor tan característico y por la calidez que fluía en el lugar, no solo porque fuera agradable, sino porque había más gente de lo normal allí.

Busqué el cabello rojizo de Alex, lo ubique rápidamente y cuando el me vio se desperezo un poco y me saludo con una sonrisa débil. Algo andaba mal, y era mejor averiguarlo pronto.

— Llegas tarde — puntualizo amablemente.
— Lo siento Cariño — me incliné levemente hacia la parte donde se había sentado, le besé lentamente en los labios y me senté frente a el.
— ¿Cómo dormiste? — pregunto presionando, tal vez quería llegar a otra parte de la conversación.
— Después de tu llamada me costo conciliar el sueño — fui sincera porque esperaba que el lo fuera conmigo.
— Si, sobre eso… — titubeo.
— Suéltalo Alex, se que pasará algo el día de hoy.
— Esta bien. Deberás entender que ya no puedo más — me extrañe por su tono.

Una de las camareras se acerco sigilosamente, cuando percibió la tensión de la situación.

— ¿Les tomo su orden? — preguntó, aún dudando si era un buen momento.
— No, muchas gracias — le dije amablemente, y mientras ella me miraba con reproche Alex ordeno.
— Otro americano, por favor — se apresuro a contestar.
— Con gusto — Alex y yo vimos como la camarera se fue a cubrir la orden y retome la conversación.

— Y… ¿Dime? — aventuré un tono de voz despreocupado, para que se animara a hablar, pero me arrepentí después de poco tiempo.
— Quiero que seas mi novia — su nerviosismo me contagió una angustia inexplicable.
— Jajaja. Alex ya, en serio ¿Qué es lo que pasa? — intenté creer que era una broma. Pero el no se rió ni por un poco.

— No es una broma Diana. Se que lo has dejado claro y que decidimos no comprometernos ni involucrarnos de alguna otra manera, pero… — su rostro estaba pálido y no quería imaginar como se veía el mío.
— Así que, um ¿Quieres exclusividad? — pregunte seriamente.
— Oh vamos no se trata de eso y lo sabes, no es que no confíe en ti, pero nunca imagine sentir esto. Es algo que me quema aquí adentro — sus palabras eran suficientemente dolorosas, pero aún así señalo hacia su pecho como si esperara que viera en su interior. — Te amo — y cayó el silencio.

— Yo también Alexander — dije sin ánimo de seguir la conversación.
— Pero ¿no puedes ser mi novia? — dijo cuestionando algo que sabía de antemano.
— No te amo de esa manera. Eres muy importante en mi ida, hemos compartido muchas cosas, pero sabes que yo no podría darte lo que estas buscando, debes entender que me es imposible convivir con alguien en forma de pareja — dije viendo a ningún lugar en particular.

— Te estado buscando a ti — dijo sencillamente.
— ¿Te gusta lo difícil eh? — sonreí cansinamente.
— Necesito una respuesta — puntualizo cruelmente.
— ¿Qué pasará si decido no aceptar tu propuesta? — realmente no tenía esperanzas de que repercutiera en nuestra relación.
— No lo sé, pero podría decirte que pasaría si aceptaras.

Espero a que quizá yo preguntara, y al no obtener respuesta alguna, prosiguió.

— Te amaría por la eternidad — finalizo.
— Uy, eso suena a mucho tiempo — le tome de las manos y bese el dorso de una de ellas. —Prefiero no saber que pasará — me levanté y le bese la frente. — Cuídate y busca en el lugar adecuado — le sonreí con tristeza y me fui rápidamente hacía la salida.

Cuando regresé al frío comprendí que aquello cálido que corría a través de mis mejillas eran lágrimas. Pude haber aceptado la propuesta de Alex, pero sé muy bien que lo nuestro hubiera durado lo que el prometió: una eternidad. Sin embargo, algún día también tendría que despedirme de el, al menos en este mundo, que mejor que hacerlo de una buena vez, al menos para el; pensé que Alex tenía tiempo de sanar y de encontrar a la persona correcta, mientras yo seguía sin expectativas en la vida, tal vez intentaría construir un destino, pero al parecer Alex ya no formaría parte de el.

1 comentario:

  1. Athena!!!
    Como siempre, hermosos tus escritos!!!! y el blog esta tan lindo!!!! me da orgullo que hayas colgado cosas mias aqui...

    Niña, pronto tendras una sorpresa mia en tu mail... jaja, ya verás... eres una de las pocas de mi circulo exclusivo que podrá verlo...

    Besotes!!!!

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