Tenía cerca de 6 años cuando tuve el primer indicio mágico en mi vida. Cuando fijaba los ojos en algún objeto de mi codicia y no podía conseguirlo, con mi gran desesperación en veces lograba que estos objetos tuvieran movimientos trepidantes o en otros momentos podía sentir la vulnerabilidad de las personas que me rodeaban ante mis aspiraciones y convicciones.
Muchas personas han tratado de convencerme que, dentro de mi egoísmo y ciertos complejos, imaginaba cualquier cambio posicional de aquellos objetos, de forma que aliviaba todo sentimiento turbado que en mi corazón sentía (metafóricamente). Desde luego he comprendido la lógica infantil, donde justo en ese periodo se amplifica el egoísmo nato del ser humano y del cual, al igual que todos, no soy victima sino que ese espacio de adoración propia forma parte de nuestra constitución natural, pero en distintos niveles para cada individuo.
Algunas veces llegue a pensar que toda esa entelequia pertenecía solo a la parte interna de mi ofuscada mente. Hoy estoy segura que el cerebro humano es tan poderoso como para poder crear una bomba atómica y causar tanto dolor, como para causar una fundación altruista y generar tanta fraternidad y amor, como para crear una profunda interiorización así como una gran exteriorización que es lo que yo considero como magia: es decir, todo el poder emanado de cualquier ser que habite esta tierra y aunque a los animales se les considere entes inferiores, debemos tomar en cuenta que la magia de estos seres radica en la magnanimidad de sus sentidos.
Lo más extraño para mí, claro esta, pero muy común para todos los demás; es que al mencionar las palabras: magia, extraordinario, fantástico, sobrenatural y todo lo que se le parezca, es tomado al instante como cuestión de burla. La humanidad casi en su totalidad guarda cierta monotonía en sus corazones, cierta comodidad en su vida cotidiana, no se arriesga ni por una amistad, ni por un amor, ni digamos siquiera por una vida.
Si algo he aprendido en mi corta vida es que: la magia existe...
Muchas personas han tratado de convencerme que, dentro de mi egoísmo y ciertos complejos, imaginaba cualquier cambio posicional de aquellos objetos, de forma que aliviaba todo sentimiento turbado que en mi corazón sentía (metafóricamente). Desde luego he comprendido la lógica infantil, donde justo en ese periodo se amplifica el egoísmo nato del ser humano y del cual, al igual que todos, no soy victima sino que ese espacio de adoración propia forma parte de nuestra constitución natural, pero en distintos niveles para cada individuo.
Algunas veces llegue a pensar que toda esa entelequia pertenecía solo a la parte interna de mi ofuscada mente. Hoy estoy segura que el cerebro humano es tan poderoso como para poder crear una bomba atómica y causar tanto dolor, como para causar una fundación altruista y generar tanta fraternidad y amor, como para crear una profunda interiorización así como una gran exteriorización que es lo que yo considero como magia: es decir, todo el poder emanado de cualquier ser que habite esta tierra y aunque a los animales se les considere entes inferiores, debemos tomar en cuenta que la magia de estos seres radica en la magnanimidad de sus sentidos.
Lo más extraño para mí, claro esta, pero muy común para todos los demás; es que al mencionar las palabras: magia, extraordinario, fantástico, sobrenatural y todo lo que se le parezca, es tomado al instante como cuestión de burla. La humanidad casi en su totalidad guarda cierta monotonía en sus corazones, cierta comodidad en su vida cotidiana, no se arriesga ni por una amistad, ni por un amor, ni digamos siquiera por una vida.
Si algo he aprendido en mi corta vida es que: la magia existe...
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