Prólogo RST Vol. 2:

((Regreso el día de hoy para comenzar con el prólogo del segundo Volumen de Reflexiones sin terminar (RST) gracias por sus críticas y comentarios. Agradezco a nuestros dos primeros colaboradores Erzengel y Joaquín Romano por tomarse el tiempo y la dedicación de escribir como solo ellos saben. En breve estare subiendo las reflexiones del segundo volumen, gracias por sus lecturas y comentarios nuevamente)).

Prólogo Vol. 2:

“La oscuridad no afectaba para nada mi imaginación, y en un cementerio no veía yo otra cosa que un lugar donde se depositan los cuerpos humanos privados de vida, para ser pasto de los gusanos”. Mary W. Shelley (Frankenstein o el moderno Prometeo).

Al parecer, será una tradición para mí, colocar alguna frase en cada fascículo de mis pensamientos. Pero es que, las palabras que más recuerdan los hombres (y por supuesto las mujeres) son aquellas que dejan una huella pétrea en el corazón.

El dolor, el odio, la verdadera felicidad y el sincero amor son algunas de las temáticas más recurridas dentro de las palabras de hierro y solemos hacer caso omiso de la reacción de la gente referente a lo que decimos, en ocasiones, pensamos que lo mencionado fue algo sin sentido o insignificante, pero la atroz realidad es que pudimos haber hecho mucho daño con solamente decir: “no tiene importancia”.

Me expresó una vez más, y creo que siempre lo haré, hacia las mentes cerradas herméticamente, que ni por un solo error dejan entrar el más mínimo haz de luz en sus mentes. Que pretenden aparentar ser felices y que no lo son realmente.

Recurro a la vida y la muerte, nuevamente; por que son dos aspectos, que como a la gran mayoría, me han marcado rotundamente. Trato de asuntos demasiado gastados o que se consideran sin relevancia, pero que con certeza nadie ha olvidado. También, como siempre, hablo de las teorías más banales que defiendo con mi testaruda razón.

Retomo mis raíces y mi destino, regreso a considerar nuevamente mis sueños infantiles y mis deseos imposibles, no pretendo nada, tan solo ser feliz compartiendo todo lo que me conforma, y que un día, tal vez, y solo tal vez, una persona me recuerde, recuerde que fui quien no pretendía y que estaré viviendo en su memoria logrando mi afición de ser indestructible.